Tropiezo en la vereda y mi amigo me toma del brazo. Siento ese calor humano conteniéndome. Sonrío. Pienso para mis adentros qué bueno que estés aquí justo ahora, cuando te necesito.
Y agradezco, tenerte, que me tengas, contar contigo. Te presto mi oreja y vos me prestás el hombro.
El solo conocimiento de tu existencia me alegra, me aquieta, cuántas veces me río de momentos compartidos, y te extraño, y te quiero. Y a veces te lo digo, y a veces me lo callo. Igual siempre el sentimiento está. Vos estás, yo estoy.
Te lo podría expresar de tantas maneras, pintando, tallando, haciendo música, también orando. Rezo por ambos.
En realidad cuando llega la hora de descansar se cruzan por mi mente mis proyectos, y también los tuyos, y deseo lo mejor de lo mejor para vos y para mí.
Y si también en esos proyectos están nuestros afectos, que incluyen un vínculo que cuidar. Como nos cuidamos nosotros, callando palabras, evitando tocar la yaga que sangra, todo lo contrario, extendiendo la mano, aquietando las aguas.
BIENVENIDO SEAS EN MI VIDA AMIGO/A
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